Si camino descalza es porque me gusta notar el frio del suelo y sentir que no soy la única helada en mi habitación. Abrir el grifo y tocar el agua fría esperando a la caliente, consiguiendo que ésta última tan esperada, me devuelva la temperatura que mis dedos tenían anteriormente. Como andar bajo la lluvia con el paraguas cerrado en la mano. Como esquivar un beso que tanto deseabas con una sonrisa en los labios sabiendo que lo darás tú porque te encanta marear a la gente. Esa serie tan esperada que te pierdes por un sueño plácido que te invade en ese cómodo sofá. La canción que escuchas hasta odiarla pero que te encanta porque es la banda sonora de tu cabeza todo el día. Ese tropezón que te hace reír inocente y alegra la cara de tus amigos. Esas ganas de mear que te aprietan la vejiga y crees explotar hasta que te sientas en la silla más fría del mundo... Y que gustazo. Ese despertar espontáneo que no interrumpió ninguna alarma programada. Ese placer de cocinarte algo y que esté delicioso. Un abrazo. Descubrir un libro magnífico, y que al acabarlo te entre tristeza pero también sensación de plenitud. Un aroma nostálgico. Una lágrima de felicidad. Un llanto ahogado. El sol que te molesta en la cara pero te agrada sentirlo en la piel. Esa ducha tan esperada después de un día duro, o simplemente, esa ducha para reflexionar y pensar en tus cosas. Esos saludos tan únicos entre tú y tus personas especiales. Esa sensación de orgasmo al abrir la nevera y ver que sí hay algo que te apetece comer en ese exacto momento. Sentirse realizado. Ver unas vistas preciosas al ir de viaje. Descubrir una canción perfecta. Recibir sonrisas. Sentirte querido.
Vivir, básicamente vivir.